martes, 14 de marzo de 2017

FILOSOFIA JUDÍA



Unida a cuestiones teológicas y empeñada en formar una escolástica hebraica, se presenta la filosofía judaico-española medioeval de los siglos XI y XII, influida por los árabes y neoplatonismo. Entre sus representantes sobresalen principalmente Avicebrón y Maimónides.

AVICEBRON (1020-1070) establecido en Zaragoza y autor del Fons Vitae donde construye una síntesis filosófico-teológica mezclando influencias neoplatónicas y Aristotélicas. Sostiene un monismo emanantista del Uno incognoscible o Dios a los seres finitos que de El inagotablemente proceden. Del Uno emana el Espíritu Cósmico, compuesto de materia y de forma, de él derivan los espíritus puros y los seres corporales, compuestos unos y otros de materia y de forma, o de potencia y determinación. El hombre, para Avicebrón, es un microcosmos: síntesis, como cuerpo del mundo corpóreo y como alma de todas las distintas almas (vegetativa, sensitiva y racional). Por tanto, el alma está compuesta de potencia y de acto, es decir, de una parte material también, aunque sin ser corpórea. Con la inteligencia el hombre se eleva a la intuición del infinitivo, al cual tienden, como Bien Sumo, el espíritu cósmico y todos los seres que de él proceden.




El verdadero teólogo del judaísmo es MOISES MAIMONIDES (1135-1204), de Córdoba, contemporáneo de Averroes, autor de la Guía de los Perplejos. Trata de armonizar la filosofía aristotélica con la religión judaica. Para Maimónides el objeto último de la religión y la filosofía es el conocimiento de Dios, por lo que, si el objeto es idénticos, los principios y los resultados de la una no pueden discordar de los de la otra. Convencer a los “perplejos” sobre el modo de hacer compatibles la religión y la filosofía es el fin que se señala. De aquí la importancia que él da a los problemas de la existencia y del conocimiento de Dios, objeto supremo de la metafísica y de la teología.


Para demostrar la existencia de Dios, anticipándose a las cinco vías de Santo Tomás, sostiene, además del argumento del Primer motor como causa del movimiento, los siguientes: a) Existen los seres contingentes y limitados, luego existe el Ser Necesario e Infinito. b) Todo efecto supone una causa, luego existe una Causa Primera. El hombre no puede conocer la esencia de Dios, sino sólo sus efectos: Dios se conoce mejor por vía de negación (se puede decir lo que no es), que por vía de afirmación (no se sabe lo que es).

A diferencia de los otros aristotélicos neoplatonizados, Maimónides admite que el mundo ha sido creado por Dios en el tiempo. Entre nuestro mundo y Dios hay una jerarquía de esferas, dispuestas según su grado de perfección. A todo lo creado se extiende la Divina Providencia. En cambio, con Averroes, Maimónides admite un único entendimiento separado que, obrando sobre el entendimiento pasivo de todo hombre singular, forma en él “el entendimiento adquirido”, que después de la muerte se une al entendimiento agente. También Maimónides ejerció una gran influencia sobre la filosofía escolástica y después sobre Baruc Spinoza en la época moderna.

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